El humilde ajo, tan presente en todas las cocinas españolas, aunque habitualmente se usa como condimento, pues goza de uno de los sabores más intensos que podemos encontrar en la gastronomía, por sus propiedades medicinales se considera un “alimento-medicamento” porque su consumo preserva la salud.

Su uso fue bien documentado por todas la grandes civilizaciones, entre las que se incluyen los egipcios, los babilonios, los griegos, los romanos y los chinos.

El Codex Ebres, papiro egipcio que data del 1.550 A.C. ya contiene 22 menciones sobre su poder curativo.
Hipócrates, padre de la medicina, lo utilizaba en la antigua Grecia para tratar ciertas enfermedades y en 1.858 Louis Pasteur mostró con experimentos en laboratorio que el ajo era un antibiótico natural.

La ciencia moderna ha comprobado muchas de sus propiedades medicinales y ha descubierto que la mayoría de los efectos que aporta a la salud se deben a la alicina, un compuesto azufrado que se forma cuando se machaca un diente de ajo. La alicina entra en el organismo a través del aparato digestivo y viaja por todo el cuerpo, donde emplea sus potentes efectos biológicos.

Varios estudios han demostrado que las moléculas olorosas liberadas por la trituración del ajo, poseen la capacidad de acelerar la eliminación de sustancias tóxicas cancerígenas de nuestro organismo, así como eliminar metales pesados como el plomo. Es un gran desintoxicante.

Al ajo se le puede considerar un verdadero guardián de nuestra salud. Si eres una persona propensa a los resfriados, añadir ajo crudo a tu dieta puede ser de gran utilidad, ya que previene los resfriados y disminuye la duración de los síntomas de forma muy rápida, porque es un gran descongestionante de las vías respiratorias y un excelente expectorante. Sus propiedades antivirales y bactericidas refuerzan el sistema inmunológico y aumentan las defensas.
El ajo contiene manganeso, vit. C, B6 y B1, selenio, calcio, cobre, potasio, fósforo, hierro. Es antioxidante y protege contra el envejecimiento de las células.

La alicina que contiene el ajo reduce los niveles de colesterol y triglicéridos cuando son altos. Al ayudar a disminuir el colesterol y prevenir que este se adhiera a las paredes de las arterias, se disminuyen también las obstrucciones arteriales o arteriosclerosis, por lo que se le considera un buen aliado del corazón, ya que también mejora la circulación y la hipertensión.

Para aprovechar mejor las virtudes del ajo os voy a enseñar un truco.

Hay que aplastar el diente de ajo entero, sin pelar, con la parte plana de un cuchillo grande y dejar reposar 10 minutos. De esta manera las moléculas que contiene en su interior, se vuelven activas y el ajo tiene más poder curativo. Después de que pasen los 10 minutos ya puedes usar el ajo como desees. Además de este modo pelarlo resulta mucho más fácil. Si lo consumes antes de machacarlo, sus beneficios no serán los mismos. Se recomienda tomar dos dientes de ajo crudo al día, porque cuando se cocina se pierden muchas de sus propiedades. Para evitar oler a ajo tras consumirlo, se recomienda masticar una hoja de menta fresca o de perejil o un poco de zumo de limón.